Permitido fallar, para aprender... Cortesía de Pixabay |
Para que todo esto ocurra es necesario aprender, y para aprender es necesario fallar. Quizá algunos conozcáis el vídeo de la bicicleta invertida; en ese vídeo Destin de Smarter Every Day nos muestra entre otros aprendizajes que para aprender a ir en bicicleta invertida hay que desaprender primero el ir en bicicleta normal. El mensaje de fondo es que para cualquier cambio, como lo es una transformación ágil, se requiere de un aprendizaje, y para aprender hay que caerse unas cuantas veces de la bicicleta y levantarse para intentarlo de nuevo.
Por tanto en una transformación ágil es necesario que la compañía como sistema falle rápido para aprender rápido, y para ello es necesario desbloquear el posible miedo al fallo de los individuos. Como coaches ágiles debemos de sugerir al CEO o a los altos directivos y líderes dar un mensaje muy explícito, como por ejemplo: "Tenéis permiso para fallar, fallad rápido, aprended rápido y haced grandes cosas".
No podemos esperar que los equipos lean un libro sobre bicicletas, o un marco ágil, y después ya sepan montar en bicicleta; hay que empezar a caminar, a caerse y a levantarse. Es esencial que los directivos lo entiendan y den mensajes que desbloqueen ese miedo a caerse.
Lo que importa es un ritmo de mejora continua sostenible Cortesía de Pixabay |
Uno de los mensajes más potentes que he oído fue de un directivo que dijo a todo el ART (Agile Release Train) de 80 personas, un equipo de equipos, que en el primer PI, ciclo de incrementos en entorno trimestral, el resultado podía ser un "piece of shit" que nadie quiera, y que eso no le importaba... lo que le importa es que el ART aprenda a colaborar y coja ritmo, ¡un ritmo sostenible de mejora continua! Les dio permiso a fallar, a rechazar, a decir que "no", y además les animó a planificar tiempo para aprender y explorar en sus sprints.
El fracaso no es fallar, el fracaso es no aprender
y fallar a ayudar y a pedir ayuda
En nuestra cultura es esencial este tipo de mensaje. Venimos de una cultura del pecado original, del juicio ajeno y del "no" como primera opción. Para que nuestros equipos hagan grandes cosas solo los líderes pueden desbloquear esos comportamientos que tanto tiempo nos han impregnado.
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